Entre los métodos de propagación más habituales se incluye el injerto, los esquejes y la siembra de semillas.
El injerto es el método de propagación más común. Para ello, se suelen seleccionar los plantones de Acer palmatum o Acer oliverianum como portainjertos. Los plantones injertados tienen raíces fuertes y crecen con rapidez, pero en algunas ocasiones, hay poca afinidad. Asimismo, cabe señalar que los plantones con Acer oliverianum como portainjerto son menos resistentes.
Los esquejes tardan más en crecer y se utilizan, principalmente, para producir bonsáis.
La siembra por semillas es una forma habitual de cultivar nuevas variedades. Para ello, se debe sembrar los plantones híbridos de dos arces diferentes y después seleccionar los más valiosos. Cabe señalar que los rasgos de las plantas originales pueden no mantenerse en los plantones seleccionados.