Si plantas el escaramujo en maceta en el jardín, es mejor encontrar un lugar apropiado con luz solar adecuada, un suelo fértil, con buen drenaje, y, preferiblemente, donde no se hayan plantado rosas antes. Un campo donde crecieron rosas con anterioridad puede aumentar las probabilidades de infección. El trasplante puede hacerse en cualquier estación, a excepción del invierno.
Primero, cava un hoyo el doble de grande que la maceta. Añádele una pequeña cantidad de fertilizante y coloca el sistema radical en él, de forma que el cuello de la raíz (donde conectan la parte subterránea y la parte aérea) esté al nivel de la superficie del suelo o algo más alta. Rellena la tierra y apelmázala despacio. Puedes usar un mantillo orgánico para cubrir la superficie del suelo, y así preservar el calor de las raíces y reducir el crecimiento de malas hierbas. Riégalo bien tras el trasplante y a menudo durante la semana de después, para evitar que se ponga lacio debido a la falta de agua.
Si vas a trasplantar el escaramujo de una parte a otra del jardín, hazlo en otoño, para evitar el frío del invierno. Riega las plantas tres días antes de transplantarlas: esto hace que sea más fácil extraerlas y mantener el cepellón. Después, corta las ramas demasiado largas y el exceso de hojas, dejando 3-4 ramas por planta, para reducir el consumo excesivo de nutrientes y garantizar su supervivencia. Poda cualquier raíz enferma que haya tras podarlo.
Si la rosa no se puede plantar a raíz desnuda inmediatamente tras su compra, puede colocarse en un hoyo y cubrirse con tierra. Si ya lleva algo de tiempo sin agua, es mejor sumergir las raíces en agua durante media hora antes de plantarla, para ayudarle a recuperarse. En jardines, se recomienda plantar rosas a raíz desnuda en otoño.