Los tulipanes contienen compuestos tóxicos de glucósidos y alcaloides, que se encuentran en la mayor concentración en los bulbos. Aunque el tulipán de Sprenger es conocido por haberse comido en el pasado durante tiempos de hambruna y puede parecerse mucho a una cebolla, consumir una gran cantidad de bulbos provocará náuseas, vómitos, sudoración, salivación intensa y dificultad para respirar. Esto generalmente se establecerá dentro de los 10 minutos posteriores a la ingestión de la planta. Los tulipanes también contienen un químico llamado tulipósido en las capas externas de la piel del bulbo. Esto puede desencadenar una erupción después de una exposición repetida, al mismo tiempo que irrita el lecho ungueal y provoca uñas quebradizas.