El malva común es originario de Macaronesia, Europa hasta Asia Central y Afganistán. Crece de forma natural en praderas y áreas de desechos, aunque es comúnmente visto en hábitats creados por el hombre y campos. Fue introducido en muchas partes de América del Norte, América del Sur, África y Nueva Zelanda, donde es ampliamente cultivado.

La ingestión de malva común provoca problemas gastrointestinales como vómitos, diarrea e indigestión. Es dañina en suelos ricos en nitrógeno, ya que el alto contenido de nitratos en sus hojas puede formar nitrosaminas cancerígenas. Aquellos con cálculos biliares deben evitarla. Cantidades altas pueden causar deshidratación debido a sus propiedades laxantes.

Originaria de Eurasia y el norte de África, malva común se ha naturalizado en todo el mundo, excepto en la Antártida. A pesar de su origen, se considera invasiva en Europa, así como en varios otros países donde se encuentra, incluidos Estados Unidos y Chile. Las semillas que malva común produce tienen una cáscara gruesa y pueden sobrevivir largos períodos de tiempo en el suelo. Cuando brotan, las raíces principales que extienden son tan leñosas y gruesas, que se vuelven difíciles de remover con las manos o herramientas. Si se permite que crezcan y florezcan, su eliminación se hace prácticamente imposible debido a la gran cantidad de semillas que distribuirá.

El mejor momento para controlar o eliminar malva común es a principios de primavera o a finales de otoño antes de que produzca semillas. Esto es crucial para evitar que la planta se propague incontrolablemente.