Tamarisco se origina en Asia Oriental y tiene características que lo convierten en una maleza. Un superviviente robusto, puede florecer en suelos pobres y arenosos, e incluso en áreas con altos niveles de sal, lo que lo hace invasivo en muchos entornos. El verdadero poder de esta planta como maleza radica en su comportamiento descontrolado de expansión. Se reproduce tanto por semillas, que pueden permanecer latentes en el suelo durante muchos años, como por brotación de ramas caídas o incluso pequeños fragmentos, lo que la hace difícil de controlar. Estate atento a sus densas flores de color rosa-púrpura y pequeñas hojas escamosas si está en tu jardín. Los daños a los jardines provienen de la capacidad de tamarisco para desplazar a las plantas nativas y alterar los hábitats, afectando no solo la diversidad de plantas sino también la fauna local. Al desprender grandes cantidades de sal a través de sus hojas, puede hacer que el suelo circundante sea inhóspito para otras plantas. Controlarlo requiere una combinación de eliminación física, disposición adecuada y restauración del hábitat, especialmente dada su capacidad de rebrote.