Las semillas del chile deben sembrarse en buenas condiciones; es decir, a una temperatura de 25 a 30 ℃, con una humedad al 60-80% y en sustrato muy permeable. Antes de la siembra, las semillas deben exponerse a la luz solar durante 2-3 días para su esterilización y para fomentar su germinación. El espaciado de siembra debe ser 2.5 cm y la profundidad de siembra debe ser 1.3 cm. Después de la siembra, cubra el área con una capa de tierra fina.
Esté atento para que el calor se mantenga durante los primeros 10 días después de la siembra. Cubra el sustrato con una película. No se requiere ventilación. Esto se debe a que las semillas de chile requieren un ambiente cálido para su germinación. Cuando las plántulas rompen la tierra y les salen 2-4 hojas a cada una, la película debe retirarse para una adecuada ventilación. Su temperatura de cultivo se debe mantener a 20 a 25 ℃ durante el día y 15 a 17 ℃ durante la noche. Retire cualquier mala hierba y aplique urea como fertilizante foliar.
En cuanto al trasplante, las plántulas sanas que tienen 12-13 hojas cada una y el tallo duro son las mejores. Es preferible trasplantarlos en un día nublado y la temperatura debe permanecer estable por encima de los 10 ℃ para protegerlos de las heladas. Es mejor trasplantar las plántulas con su sustrato circundante para proteger las raíces y suministrarle una cantidad adecuada de nutrientes. La profundidad de plantación debe ser de 10 cm y la distancia entre plantas debe ser de 20 a 30 cm. Después del trasplante, la brecha se puede rellenar con tierra fina y hay que regar las plántulas en seguida. La superficie del sustrato se puede cubrir con una fina capa de mantillo para mantener el chile a una temperatura cálida.